¿Por qué escogí a Mozart como el centro de mi primer proyecto flipped? Siento fascinación por este compositor desde que era niña, así es que supongo que era natural que fuese una de las primeras ideas que me vinieron a la cabeza al plantearme el desarrollo de un proyecto Flipped Classroom.
Después de un durísimo trabajo para ajustarme a las tareas que el INTEF requería en este fascinante curso de formación, por fin puedo enseñar a todos el proyecto terminado. Por supuesto que es un proyecto vivo, totalmente revisable y ajustable a las necesidades educativas de mis alumnos cada curso, pero creo que es absolutamente realista, pues parte de la experiencia viva en el aula, con actividades que ya se han puesto en marcha y que sé, con toda certeza, que es posible llevarlas a cabo.
En la evaluación de los compañeros he encontrado palabras amables sobre el diseño y la funcionalidad de mi proyecto, especialmente reconfortantes cuando mencionaban el aspecto motivador del mismo, con actividades variadas y atractivas, o con el diseño basado en ABP y tareas específicas para los componentes de cada grupo. Las palabras de ánimo de mi tutora, Marina Cañizares Tristán, especialista en educación musical, han sido un impulso esencial para mí.
He intentado explicar de manera clara el modo en el que yo entiendo que debe integrarse un proyecto flipped classroom en el aula de música, porque es cierto que esta materia, como todas, tiene su propia esencia y su enfoque en la práctica docente, que es, evidentemente, diferente a otras. Podría ser que alguien piense que hay demasiadas actividades o que se dedican demasiadas sesiones a un proyecto concreto. Entiendo que las realidades educativas de cada centro son diversas. Creo firmemente que es posible hacerlo en mi centro, el IES Alfonso X El Sabio, con los alumnos a los que va dirigido el proyecto, pues tras catorce años en el aula de música de este instituto, conozco el perfil del alumnado al que se dirige el proyecto, y sé que será motivador para ellos, porque se incorporan recursos, tareas y metodologías innovadoras en el aula y fuera del aula, y porque además el uso de las herramientas digitales resulta muy atractivo.
La experimentación del proyecto podría llevar a la corrección o mejora de algunos aspectos en el futuro. Eso es absolutamente necesario. Por el momento, se me ocurren algunos otros recursos y actividades para ampliarlo más adelante, vinculándolo con otros contenidos, o con otros proyectos similares en la asignatura.
Estoy satisfecha con el proyecto flipped que he elaborado, porque entiendo que es viable para mis alumnos, y me encantaría que además pudiera ser utilizado por otros compañeros y con otros alumnos, aún cuando deba ser adaptado en función de sus propios recursos y contextos educativos. Esto es lo bueno de compartir nuestro trabajo y nuestras experiencias, porque todos aprendemos de todos.
Después de muchos cursos y muchos alumnos tengo nuevas ideas, tengo una motivación renovada, y ganas de seguir aprendiendo. Al diseñar este proyecto se me han ido ocurriendo ideas nuevas para proyectos futuros dentro de los planteamientos de flipped classroom, que espero poder llevar a mis clases próximamente.
Por todo esto, «a mí, escuchar a Mozart sí que me ha hecho un poco más inteligente».
Os dejo aquí mi proyecto completo: «¿Escuchar a Mozart me hace más listo?»